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jueves, 13 de febrero de 2014

Rizos.

Foto de Marta Gil Ulldemolins
No puedo peinarme,
los rizos me duelen demasiado.

Mi madre solía cantarles nanas con un cuchillo dentado escondido en la mano:

Una y otra vez sentía su mano de hierro
Una y otra vez en mis cabellos
Una y otra vez los dormía
Una y otra vez con su aliento a lejía.

Sus caricias  rasgan
Sus caricias pican
Sus caricias matan y luego sonríen.

Me he quedado sin raíces. Cadáveres lácidos cuelgan de mi cuero cabelludo.

ahora soy bonita
ahora ya no canto,
ahora soy follable,
un polvo de cementerio.

Pero los muertos pesan y los cumplidos sarnosos pican,
pican muy adentro. Por eso me rasco,
cavo tumbas para los pequeños cadáveres en mi cabeza
y hurgo en las heridas

una y otra vez
una y otra vez

Intentando con todas las uñas desenterrar mis raíces.

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